la tierra prometida
2025 - a seis años de la pandemia.
Separo sus ojos cansados del microscopio y perdió la vista en la pared que tenia delante, entre un lio de pensamientos que le llenaban la mente. Delante del lente del aparato estaba el resultado de meses de investigación, vivo, de un verde casi fosforescente, brillando dentro de la caja de cristal que lo contenía aislado del resto del mundo.
Era la variante de un virus que tenia sus orígenes en la peste negra de Europa, modificado además para transmitirse con el aire, sobrevivir por varios días en el aire y sobre las superficies secas, y contaminar a todo lo que estuviera vivo con su mandato mortal. Era infalible, tan perfecto que casi lo hacia sentirse orgulloso, aunque solo le sirviera para comprender que había ayudado a crear un arma mucho mas mortífera que cualquier otra que hubiese existido.
Se paró de la mesa y lo miró diminuto, bajo la luz del aparato y otra vez le remordió la conciencia. Lo tomo con sumo cuidado aunque sabía que aquella jaula de cristal no se rompería fácilmente. Caminó unos pasos en el laboratorio y con la ayuda de su retina, desbloqueó la puerta de un armario sofisticado, dentro del cual estaban habían otras de aquellas cajas trasparentes, todas brillando tenazmente su pálida luz que haces parecía que se iba a apagar.
Cerró la puerta del armario y se fue a lavar las manos, como estaba establecido. Con trabajo se quitó la máscara que tenía en la cara y la desechó. Luego y siguiendo un procedimiento que se sabía de memoria, se lavo las manos con 3 tipos diferentes de substancias, hasta que el agua se volvió fría como el hielo, que era la última parte del proceso. De una caja apareció una servilleta gruesa al pasar la mano en frente y con ella se secó las manos y finalmente se la pasó por la cara, que no se había tocado en horas.
Detrás de él, el laboratorio parecía el de una escuela. Una repetición de los mismo instrumentos y probetas de cristal, una al lado de la otra y todas con el aspecto de haber estado abandonadas por días. Aquel lugar no se utilizaba a menudo ni había nadie allí para utilizarlo. Toda la investigación del virus se había hecho en el sótano del edificio, a donde solo podían entras personas autorizadas, que hubieran sido seleccionadas para ser parte del plan, y que ahora estaban todas muertas.
El proyecto del virus había tenido dos partes principales y se desarrolló con tal nivel de compartimentalización que incluso la mayoría de los investigadores que había trabajado en el, no sabía en que estaban realmente envueltos. Solo unos pocos científicos, encargados en el proceso de armar el virus, sabían lo terrible de aquella bestia microscópica que estaban ensamblando. Pero incluso así, ellos no sabían para que se iba a utilizar. Les habían dicho que era un arma biológica para exterminar especies invasoras y con eso proteger el medio ambiente. A otros, que se habían dado cuenta de su total potencial, se les explicó que aquella bestia estaba destinada a causar devastación en las líneas enemigas, si alguna vez a alguien se atrevía a agredir la madre patria. Pero aun así, algunos no se conformaron con las explicaciones y temerosos, comprendieron la potencialidad que tenia aquel virus para contaminarlo todo y a todos, una vez fuera expuesto a la intemperie.
Esos fueron los primeros en ser eliminados. 3 doctores en biología y química, eminencias de su tiempo, que podían arruinarlo todo con la mas mínima indiscreción, debido a su influencia.
- Habían sido bien pagados por su servicio, que ahora disfrutaría su familia -, pensaban los que ordenaron la aniquilación de ellos. Los próximos en morir fueron los investigadores envueltos en los distintos procesos de creación y modificación genética, que no sabían mucho más allá de su proyecto local, pero que se contaminaron con una variante alfa del virus, una vez terminado su trabajo. Un muy conveniente accidente de laboratorio justo en el momento en que no se les necesitaba para nada mas. Y luego murieron los tres técnicos de laboratorio que estaba trabajando con uno de los doctores en producir un antídoto. Y más tarde los dos estudiantes que hacían su trabajo de graduación en investigaciones relacionadas con el virus.
A los primeros los contaminaron a través de mordidas de animales con rabia, que se escaparon inexplicablemente de sus jaulas en el laboratorio del sótano. Los animales eran un 82% inmunes a las consecuencias del virus, pero eran sin embargo capaz de transmitirlo en mordidas a otros animales o personas. Una vez que los técnicos estuvieron enfermos, los filmaron y les tomaron muestras de sangre, paso por paso durante todo el proceso, para entender el desarrollo de la enfermedad, mientras les prometían que los estaban ayudando a salvarse. A los dos estudiantes por su parte, una pareja de extranjeros de apenas 20 años, les inyectaron el virus mortal, diciéndoles que los estaban inmunizándolos, y luego que se enfermaron les suministraron el antídoto real, pero igual no funciono. Así fue como aprendieron que la vacuna que habían creado tendría que suministrarse antes de la enfermedad, o sería en cualquier caso, demasiado tarde.
Camino a su carro, abrió la puerta a un cuarto contiguo de luz intensa y caminó por entre armarios con cajas de cristal que contenían animales vivos que parecían desesperados, todos infectados con el virus, que a pequeñas excepciones, ninguno sucumbió a sus efectos. Salió al otro lado del salón y caminaba por el lobby oscuro del edificio cuando una mano siniestra lo sujetó por detrás mientras le inyectaba una sustancia venenosa en el cuello y eso fue todo. El científico encargado de la elaboración y producción del virus estaba muerto, aunque él mismo estaba enterado de la desaparición al resto del equipo y se cuidaba de no ser el próximo. Luego que se ocupó de sacar el cuerpo y hacerlo parecer un accidente, al asesino a sueldo lo mató esa misma noche un policía corrupto al que contrataban para este tipo de trabajos, y luego el auto del policía fue empujado por un barranco, unos días después. Con la eliminación del último científico, el plan estaba listo. En el momento adecuado el virus se esparciría por el mundo a partes iguales y nadie que no estuviera inmunizado se salvaría ni nadie tendría tiempo para encontrar una vacuna a tiempo, antes de que la gran mayoría de la población del planeta estuviera contaminada, enferma y muerta en menos de un mes, desde que aparecieran los primeros enfermos.
Para quienes se habían confabula con el plán de arrasar con casi todo los habitantes, la idea les resultaba exquisita. Se habían propuesto arrebatar el planeta del resto de la humanidad y quedárselos para su único disfrute, como el paraíso que nunca había alcanzado a ser. Tenían un plan que no podía ser más perfecto; una vez liberado el virus y mientras todos sucumbían a sus efectos, ellos se irían a navegar por el océano por todo un año, para evitar la peste de tantos cadáveres y el riesgo de las enfermedades derivadas del exterminio. Volverían de regreso a tierra, a un planeta que era prácticamente de ellos, sin oposición ni competencia. Ellos eran miembros de un club muy exclusivo de gente adinerada o importante. Millonarios, dueños de grandes negocios, CEOs de compañias claves, políticos retirados, a quienes se les había ocurrido la idea de adueñarse del planeta de la manera mas simple y sin disparar un solo disparo.
Les había sido muy fácil llevar a cabo el plan del virus, no solo por tener de sobra el dinero que necesitaban para el plan, sino además porque uno de ellos era el dueño de una importante fábrica de medicamentos de reconocido prestigio mundial, que bajo la fachada de una nueva droga y en secreto absoluto, habían financiado el plan en conjunto, que ahora estaba simplemente listo para su fase final. Compartieron la idea de apoderarse del planeta con los amigos cercanos de su misma clase social, que tenían habilidades que luego que no quedara nadie más, serían muy útiles y necesarias, sin decirles como lo harían ni que método utilizarían, y solo en muy pocos casos, mientras intentaban reclutar nuevos miembros, cambiaron el tema de la conversación a broma, antes de develar la idea real. No ha todo el mundo le parecía que el exterminio de toda la población era una cosa ética o cuerda. A los que la propuesta se les volvió un chiste de mal gusto, estaban condenados a ser exterminados con el resto de todos los demás que no estaban incluidos. Sin embargo, a los que se sintieron afortunados de ser parte de los elegidos, aceptaron porque se imaginaban dueños de un planeta casi desierto, con todas sus amenidades disponible para ellos solos. Podrían vivir donde quisieran, ser dueños de todo lo que se les antojara, tener islas enteras que ahora mismo eran países con poblaciones, completamente para su placer; océanos con sus nombres, ríos llenos de peces sin ninguna competencia ni regulaciones para pescar. Los lugares mas exclusivos como las Pirámides de Egipto, El Museo del Louvre, La Casa Blanca de Washington, Las cataratas del Niagara, estaban todas distribuidas entre ellos. Incluso los lugares más recónditos del África para cazar los animales mas exóticos o para irse de Safari con las estampidas mas salvajes, todo ya estaba propiamente distribuido. Por estas y muchas otras razones, muchos no tuvieron reparos y aunque les tomó a unos mas tiempo que a otros para aceptar la idea, se unieron al proyecto con gusto.
En la otra parte del asunto, estaban las decepciones que muchos tenían con el estado actual de las cosas en el mundo. Muchos de ellos tenían creencias religiosas y muchos habían confundido el ideal de un día llegar a ser los elegidos con la posibilidad de tomar los destinos con sus propias manos. Algo que los unía a todos en la causa, era el fín de los gobiernos corruptos y las interminables prohibiciones y regulaciones, siempre en el camino de hacer con su dinero lo que les viniera en ganas.
De hecho se habían percatado de que todo el dinero que poseían solo les valía de algo cuando el resto de la humanidad estaba viva y tenían algo que comprar o que exhibir. Si eran ellos los únicos sobrevivientes, todo el dinero que poseían iría perdiendo su valor con cada muerte, con cada institución que desapareciera, con cada país que desolaran. Exterminar al resto del mundo los volvería instantáneamente pobres. Tendrían propiedades y un planeta para ellos solos, pero incluso todo el oro que tenían ahora mismo guardado en bóvedas bajo tierra se volvería un metal brillante sin un uso práctico, que nadie añoraría o apenas necesitaba. - Colgaremos los lingotes en frente de las ventanas para que el sol destelle su luz en ellos y encienda las paredes de las casas -, decían entre brindis y risas. Aún así, Aún perdiendo todo lo que la humanidad les proporcionaba y los hacía privilegiados, preferían acabar con todo y empezar de nuevo, porque eso los convertiría además en los padres de las nuevas civilizaciones, en los profetas de la nueva biblia, en los padres de las nuevas ideas y creencias, de las nuevas normas y las pocas doctrinas que llevaban con el equipaje.
Al que atraparan robando, lo eliminarían sin más excusas que el tiempo necesario para agarrar un arma. Se veían viviendo en un planeta sin sociedad, sin tribunales ni justicia institucionalizadas. La simple ley de la selva en un mundo natural y simple, aunque con normas de respeto e integridad, en donde al que se saliera de las reglas, sería ajusticiado por todos los demás sin necesidad de policías ni jueces. No habría cárceles en donde encerrar a los infractores y se habían prometido no torturar ni hacer sufrir, simplemente darles una muerte justa y rápida, tal y como se merecía el impostor.
El plan no era completamente perfecto. Algunas poblaciones indígenas, sobre todo las mas incomunicadas, podrían sobrevivir a la pandemia. Pero ese asunto, aunque afloró en algunas de sus discusiones, nunca les pareció un problema demasiado grave. Los tratarían como a animales o los exterminarían, llegado el caso. El otro detalle era que algunos gobiernos podrían aislar a sus mandatarios y sus familias en sótanos para protegerlos y ayudarlos a sobrevivir, pero el virus, en su forma más simple, podría vivir suspendido en el aire por días y tarde o temprano, o alguien lo llevaría consigo al refugio o simplemente entraría de una forma u otra por las vías de aire o con los alimentos o el agua. Otro detalle era que habían oficiales en submarinos atómicos o en naves espaciales, completamente aislados de ser contaminados, pero en cada caso morirían en cuando subieran a la superficie y abrieran las escotillas y respiraran el aire contaminado, inocentes de las capacidades y el origen del virus. Si alguien sobreviviera por casualidad, moriría de soledad o desesperación con el paso de los años. Tendría que vivir como un naufrago en su propia ciudad, entre cadáveres y escombros.
El otro problema que habían considerado era que necesitarían ingenieros para producir energía, trabajadores para cultivar los campos y producir alimentos y carne, y hasta alguno propuso llevarse a sus criados, porque ¿quien se encargaría de sus labores?. Pero una y otra vez cada argumento de llevarse a alguien fuera del grupo fue rechazada por los organizadores del plan. Un problema tras otro lo fueron resolviendo con soluciones tecnológicas o con provisiones que deberían durarles por algunos años. Entre ellos mismos habían gente que sabía de ingeniería o tenía granjas y experiencia en producir alimentos. No admitirían a nadie fuera del circulo íntimo del club o sus familiares mas cercanos, muchos de los cuales, incluidos cónyuges o hijos, eran totalmente inocentes de aquella idea siniestra. Llevarse con ellos obreros o gente común y sin dinero, era contaminar el plan con posibles socialistas, que podrían comprometer el futuro perfecto. Crear clases sociales y envidia era precisamente lo que querían aborrecer y eliminar. Serían solo ellos, estaba decidido, aunque para entonces el plan le resultaba a algunos un capricho, más que una idea útil de bienestar y riquezas.
El plan incluía, luego del año en medio del océano , irse a vivir a una de las islas del Mediterráneo, a la que ya habían acondicionado con mansiones escandalosas, celdas solares para la energía, potabilizadores de agua para el consumo, ganado y agricultura en hipódromos avanzados de última tecnología, y un buque mediano, repleto de contenedores que un grupo de ellos timonearon a toda velocidad, entre wiskis y coñac, hasta encallarlo en las rocas de una pequeña bahía que la isla tenía en el oeste, y allí lo abandonaron un mes antes del la ejecución final del plan. En los contenedores tenían reservas de todo tipo de cosas. Tenían lanchas, botes, ropa, comida, bebidas, juguetes, armas de todo tipo, carros de golf, instrumentos de caza, reservas de gasolina y agua que les alcanzarían sin problemas por tres años, en caso de que algo les saliera mal. Todo eso sin contar las piezas de reserva y reparación, aires acondicionados y sus gases, motores eléctricos y de gasolina, plantas de radio para mantenerse comunicados en el futuro, materiales de construcción e incluso cinco mil botellas de los mejores vinos, rones y otras bebidas alcohólicas, seleccionadas por ellos mismos.
Aunque el remordimiento era muy bajo, habían encontrado una justificación de emergencia realmente muy apropiada para su solución final de la dislocada humanidad. Aquel plan que tenían en mente salvaría al planeta del efecto invernadero y la contaminación. Un especialista en medio ambiente, al que contrataron a través de la falsa fachada que pretendía ser una oficina de las Naciones Unidas, les develó que una catástrofe mundial en la que toda la población del planeta moriría accidentalmente en un corto plazo debido a una pandemia, traería una serie de factores adversos para el ambiente, pero eran todos temporales. El mayor problema eran efectos secundarios como refinerías o plantas nucleares que podrían explotar, diques que podrían reventar sin supervisión, barcos en altamar que quedarían sin patrón y podrían alcanzar las costas descontrolados, accidentes de aviones. Ellos le agradecieron su información antes de pagarle por su servicio, y un par de días después ordenaron su ejecución.
Todos los miembros del club sumaban unos doscientos y con sus familias llegarían a alrededor de mil personas. Cuando se dispersaran por todo el mundo, probablemente jamás se volverían a ver. La fecha de ejecución estaba prevista por los organizadores, un grupo de diez miembros que se ocupaban del diseño y la financiación, para el 31 de diciembre de aquel mismo año, en la que partirían tres barcos cruceros, elegantes pero pequeños, desde distintos continentes. Uno desde Miami, otro de España, que se encontrarían en el Atlántico, y un tercero desde Australia, que se encontraría con los otros en las costas del sur de África, en donde se unirían para acompañarse juntos por el año en cuarentena. Cada invitado al subir al barco sería inmunizado y antes del primer encuentro de los otros navíos, la tripulación mínima que había contratado para la travesía inicial sería eliminada y tirada por la borda. Lo mismo haría el buque que saldría de Port Headland, en Australia. Una vez que arribara al punto de encuentro, su tripulación de 20 hombres, entre navieros y sirvientes, correrían la misma suerte que las anteriores y ellos tomarían el control del barco, hasta encontrarse con los otros dos y luego unirse a la comitiva hasta un punto en el pacífico no muy lejos de Point Nemo, alejado de todos y de todo.
Llegada la fecha acordada, el laboratorio en donde se encontraba oculto el virus, había coordinado previamente enviar muestras de una supuesta vacuna para le cáncer a universidades de todas partes del mundo. Otro lote ya estaba preparado con el virus dentro de latas de conserva, salchichas, jugos, semillas secas y hasta en botellas de agua. Habrían mas especímenes del virus rondando en el ambiente de los que necesitarían para matar tres veces la población del planeta. El virus contaminaría a sus primeras victimas, pero estas no mostrarían ningún síntoma hasta dos semanas después, una vez que hubieran contaminado a suficientes personas para garantizar una pandemia efectiva y global. Y eso no era todo, aquellas mentes malvadas tenían previsto soltar globos aerostáticos desde los barcos para que cuando lloviera, el virus cayera sobre las ciudades. Todo un plan bien pensado y organizado, que pusieron en marcha mientras los buques se alejaban de la costa por una última vez, a la vista de los condenados que miraban inocentes desde la orilla a aquellos barcos blancos en donde tal parecía se celebraba una fiesta muy importante.
continuará [ en cuanto se me ocurra como terminarlo ]
Diego Cobián
Dec-2025
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